martes, 29 de abril de 2014

Los modelos a escala de Jan Kaplicky
















No faltan es este mundo críticos que censuren con mayor o menor virulencia el trabajo de este genio. Lo que si faltan son artistas que lo igualen o lo superen.

Para sus fans, entre los que me incluyo, es una inspiración y un estímulo constante. Una vez más el artista se supera a sí mismo a base de someterse al perfeccionismo más absoluto. Como era un hecho que muchas de sus obras no le serían ni tan siquiera encargadas, no solo se las encargó a sí mismo, sino que para demostrar su viabilidad técnica como mínimo hizo maquetas de ellas, con un nivel de perfección que las convierte en instantáneos objetos de colección.

















Lejos de parecerme caprichosas, sus formas elaboradas con el mimo de un Bertone o un Pininfarina, desafían los límites de la técnica conocida para su realización, aunque nada tan dificil para alguien que había trabajado para la NASA diseñando una estación espacial. Humildes y al mismo tiempo sobrecogedoramente bellas sus formas aparecen ante la atónita mirada de los visitantes como una flor. 

















Sus maquetas aparecen como hermosos juguetes, engañosamente inocentes. Bajo la expresión de unas determinadas virtudes se esconde una demoledora crítica a la pesada, insípida y torpe arquitectura contemporánea. Sus sugerencias son de por sí iconoclastas sin aparentarlo, sino por simple comparación. Sus planteamientos dinamitan los sagardos axiomas edificatorios. ¿por qué un edificio debe ser estático? ¿por qué una casa debe tener una determinada imagen socialmente aceptable?¿por qué la arquitectura vive de espaldas al futuro?¿por qué las formas de los automóviles ya eran mucho más interesantes hace 60 años que las de la arquitectura actual?
























Ahora bien, mas allá de la especulación formal y del éxito de la imagen lograda, estas maquetas transmiten una idea crucial: perfección técnica. Marca de la casa en las obras realizadas por Kaplicky, que por algún motivo no son de ladrillo, cemento, hormigón, piedra o madera, materiales añejos de los que tampoco están hechos los aviones. Son los nuevos materiales metálicos, poliméricos, compuestos, los que le interesan por su ligereza, por su fuerza, por su flexibilidad, por su especialización, pero sobre todo porque representan el progreso de la humanidad.

















En sus proyectos hay una componente subversiva diferente: la reivindicación de la viabilidad técnica frente a la viabilidad económica, gobernada por el cancer del Management. Esta aparente ingenuidad de proponer una casa con puntos de vista cambiantes gracias a un blrazo articulado como el de una grúa, parece espetarnos con cierta ironía: ya se que no lo vais a hacer porque no es rentable, pero vosotros os lo perdéis.




















Con una estética muy particular pero rabiosamente inconformista y original, los diseños de Jan Kaplicky no han hecho sino ganar con el tiempo y lo seguirán haciendo mientras los críticos enanos mordisquean afanaosamente como ratas las suelas de sus zapatos gigantes.







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