miércoles, 5 de octubre de 2011

Fabricación digital: la ultima esperanza de la construcción industrializada


















Existe una antigua pregunta que todavía hoy permanece sin respuesta: ¿por qué en la era digital seguimos construyendo con métodos del siglo XXI?

Evidentemente esta pregunta se inscribe en el debate sobre la industrialización de la construcción como paso natural e inevitable en un mundo industrializado. Le Corbusier, Gropius y otros tantos abogaron por este cambio que no hemos visto todavía. La foto de la villa Stein con un automóvil de la época en primer plano habla por si sola de lo mucho que ha evolucionado el automóvil y lo poco que ha evolucionado la arquitectura.















Esta imagen, tomada en 1927, demuestra el optimismo de Le Corbusier, expresado en su libro l'Esprit Nouveau. Lo primero que hay que pensar es que la ingeniería evolucionó muchísimo con las dos guerras mundiales. Sobre todo tras la segunda, el automóvil se convierte con modelos como el wolkswagen escarabajo, el citroen 2 CV y el seat seiscientos en España, en un artículo asequible a la clase media y por tanto en un producto de consumo masivo. Esto permitió la bajada de precios y la expansión de los fabricantes que ya no dejaron de crecer. Mas allá de otras consideraciones, es cierto decir que el mercado del automóvil ha pasado por ser bastante competitivo, por lo que las mejoras y las evoluciones técnicas no han cesado de incorporarse como medio de mantenerse en el mercado. Con una precisión casi de reloj suizo, los principales fabricantes ya están sacando sus modelos híbridos y desarrollando los eléctricos para dentro de pocos años.















El propio Le Corbusier se preguntaría por qué no hacemos las casas como los cohes. Para empezar por el precio: un coche es diez veces más caro por metro cúbico de espacio útil. Esto es así a pesar de la reduccion de costes que supone la economía de escala, que es posible cuando se fabrican cientos de miles de unidades de un mismo modelo. Por lo tanto si bien los medios técnicos existen, su coste sería prohibitivo aplicados a la construcción residencial.

Sin embargo el siglo XX ha conocido diversos intentos de construcción industrializada, sobre todo asociados a momentos históricos de escalada puntual de la demanda de viviendas, como al final de las citadas guerras mundiales. Los calificativos de vivienda de emergencia, vivienda para pobres, barracones, etc. han acompañado en consecuencia a los intentos de industrialización de la construcción en esos momentos. Unicamente en paises con una fuerte demanda mantenida, que excedía las posibilidades de los constructores convencionales, tales como EE.UU. y Japón, el mercado ha permitido el mantenimiento de un sector que es prácticamente testimonial en otros países. Empresas como Sekisui o Toyota han comercializado casas modulares durante décadas en Japón.















Si Sekisui ofrece la cara más modesta y proletaria de la construcción modular, Toyota representa otro estilo más burgés, que no permite saber a priori que se trata de una construcción modular. Algunos han querido ver en estos ejemplos la materialización de la fabricación de casas como coches. La distancia es aún mucha, si bien los criterios de producción personalizada parecen haberse transferido con cierto éxito.

En EE.UU. igualmente se ha desarrollado un importante mercado de viviendas modulares, con un nivel muy apreciable como las realizaciones de Marmol Radziner.













Sin embargo el resultado formal es generalmente telegráfico, corto, rectangular y aburrido. No parece haberse evolucionado demasiado desde la villa Stein. El motivo es que la construcción modular no ha tomado la iniciativa sino que imita como puede a la vivienda convencional. Por otra parte los métodos de diseño, experimentación y fabricación distan mucho de los empleados en el automóvil, precisamente por los costes asociados a los mismos y por la creencia de que el público no aceptará muchas novedades en la apariencia de las viviendas. Aunque si ha aceptado las Sekisui puede aceptar cualquier cosa.

Todavía es una aspiración, pero si el precio de los robots baja, cosa que parece probable, sería posible que las piezas producidas por ellos también bajasen de precio, eliminando la necesiadad de la gran serie para hacer rentable la fabricación.

















Además los robots pueden reproducir formas complejas muy diferentes con el mismo esfuerzo. Industrialmente es posible que en breve plazo haya muchas empresas que ofrezcan servicios competitivos en la realización de piezas o moldes complejos. Toca por tanto a los arquitectos definir esa nueva arquitectura para ser fabricada digitalmente, a partir de diseños creados en el ordenador.

Tal vez en pocos años podamos ver construidas algunas folíes como la DomestiCITY de Dagmar Richter.



































Observese que comparada con la imagen de la villa Stein, la casa quiere dejar antiguo al coche, aunque ni la casa está construida ni se trata de un modelo de 2000, sino un modelo 1963. Igualmente esto ilustra cómo las propuestas de diseño desde hace ya más de diez años tropiezan con una imposibilidad de realización técnica a un coste razonable, ya sea por medios artesanales o por medios industriales.
DK composites