Quizá sean pocos los que pueden permitirse coleccionar coches clásicos y darse el gusto de conducirlos los domingos o participar en exhibiciones. Es dificil sustraerse al atractivo de los imponentes deportivos americanos de los años setenta, representantes decadentes de una época de consumo alegre de gasolina barata. Nadie en su sano juicio los utilizaría hoy en día como vehículo cotidiano y recluidos en su papel eterno de joyas de colección, no representan una amenaza seria por sus emisiones contaminantes. Mucho menos si son eléctricos y a escla 1:24.
Las sensaciones de conducir uno de estos pequeños bólidos no se pueden comparar evidentemente con las de uno real, pero por un precio muy inferior podemos permitirnos el lujo de disfrutar la sensación de aceleración y velocidad de una de estas bellezas del asfalto. La mala noticia es que no se venden como tales, sino que hay que construirlos a partir de componentes comerciales. Y esta parte es la que verdaderamente puede enloquecer a los fanáticos de la mecánica y la customización, en este caso a escala.
En primer lugar, la mecánica debe tomarse de algún fabricante de coches de radio control a una escala similar, por ejemplo la más común es 1:28. Las mejores alternativas son los Mini-z, de la marca Kyosho, de gran calidad y precio respetable y los Xmods, de la marca Radio Shack, más económicos y dificiles de encontrar en Europa, aunque no en EE.UU. o en Internet.
Ambas marcas tienen unas prestaciones aceptables de serie, sobre todo para deambular por un espacio reducido. Pero si se desea montar un caballo salvaje en una explanada de hormigón pulido, un polideportivo de parquet o un circuito de competición, entonces hace falta alguna inversión extra y una preparación mecánica. Esta básicamente suele incluir rodamientos en las ruedas y el diferencial, motores más potentes y turbo-Fets en la electrónica del receptor-variador. Sin embargo, un aumento sensible de prestaciones se puede conseguir simplemente conectando dos pilas más, en serie, a la alimentación de coche, pasando de 4 a 6 baterías AAA.
La carrocería se puede tomar de alguno de los kits de plástico para armar comercializados por marcas como Revell o AMT, pintada y terminada a nuestro gusto. En ella habrá que realizar con plástico los anclajes para el chasis, a imagen y semejanza que las carrocerías propias de los mismos. Aunque Xmods ha comercializado un Ford Mustang y un Camaro clásicos, su calidad de reproducción deja mucho que desear.
Conseguir unas ruedas que combinen es la guinda del pastel. Se suele conseguir con algunas llantas de la marca del chasis (imprescindible) y unos neumáticos de mayor perfil, prestados de otros modelos o si hay suerte del propio kit de plástico. Por cierto los neumáticos Nascar de Mini-z son la opción perfecta para esta cuestión.
Después al taller a hacer la extensión del chasis, adaptar ruedas, pintar y hacer decoración del motor simulado e interiores. Si llegamos hasta el final habremos creado una pieza única que nos llenará de satisfacción con solo contemplarla y que además nos permitirá poner a prueba nuestros reflejos de pilotaje sin arriesgar la vida y a un precio infinitamente menor.
Alguien se estará preguntando de qué precio hablamos y cuantas horas se invierten. Podría decirse que con 200€ se podría hacer algo decente y hasta se podría hacer con 100€. Las horas de trabajo pueden oscilar entre 20 y 40. El tiempo necesario para decidirse por un modelo y encontrar una carrocería concreta es indeterminado. Pregunte en los foros usted mismo.
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